viernes, noviembre 04, 2005

Comentarios sobre las “Conclusiones aprobadas por los Miembros Sinodales”

1) Catequesis y sacramentos de la iniciación cristiana.
a) Aspectos positivos.
i) Se propone elegir catequistas idóneos (cf. Conclusiones, n. 88).
ii) Se propone elaborar nuevos materiales para todo el itinerario catequético (cf. Conclusiones, n. 109).
iii) Nos parece muy atinada la propuesta de promover experiencias de catequesis familiar en las parroquias, centros educativos y otros ámbitos eclesiales (cf. Conclusiones, n. 128), aunque habría sido mejor proponer un plan más concreto.
b) Aspectos negativos.
i) Echamos de menos una seria autocrítica a partir de los resultados alcanzados por la catequesis en las últimas décadas, considerando que la gran mayoría de los católicos de Montevideo tienen conocimientos muy pobres sobre la doctrina católica y se alejan de la Iglesia durante la niñez, la adolescencia o la juventud.
ii) Llama la atención la falta de referencias al Catecismo de la Iglesia Católica con respecto a la formación doctrinal de los catequistas y la elaboración de catecismos locales y la falta de referencias a la posible utilización directa del Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica como texto catequético en algunas circunstancias.
iii) No fue aprobada la propuesta de decretar que a partir de determinado año no puedan ser catequistas en la Arquidiócesis quienes no hayan acreditado un determinado nivel mínimo de conocimientos teológicos (cf. Conclusiones, nn. 88-90).

2) Jóvenes y vocación a la fe.
a) Aspectos positivos.
i) Se ha dado prioridad al carácter evangelizador de la pastoral juvenil por sobre su dimensión organizativa (cf. Conclusiones, nn. 129, 153, 156, 245 etc.). A menudo la pastoral juvenil arquidiocesana dio excesiva importancia a la participación en los organismos de coordinación y a los métodos empleados y acentuó unilateralmente la dimensión sociopolítica de la fe cristiana, tendiendo a perder de vista la prioridad del llamado a la conversión, la santidad y el apostolado y a descuidar la formación doctrinal y moral y el cultivo de la vida de oración personal y litúrgica.
ii) Corrigiendo la postura del Documento de Trabajo, que consideraba a la pastoral juvenil y la pastoral vocacional como dos acciones pastorales distintas, se ha optado por una pastoral juvenil que sea en sí misma pastoral vocacional (cf. Conclusiones, nn. 167, 229, 238). Esta opción debería ser vista como un caso particular dentro de una estrategia más general: la de contrarrestar la tendencia práctica de la pastoral de conjunto a fraccionarse en un conjunto de pastorales sectoriales escasamente comunicadas entre sí.
iii) Se propone multiplicar las instancias de formación de los jóvenes (cf. Conclusiones, nn. 271-274).
b) Aspectos negativos.
i) Echamos de menos una seria autocrítica a partir de los resultados alcanzados por la pastoral juvenil en las últimas décadas, considerando que la actual situación religiosa de los jóvenes montevideanos presenta aspectos muy preocupantes. Por ejemplo, mientras que entre los ancianos los católicos superan a los ateos en una proporción mayor que 10 a 1, entre los jóvenes dicha proporción no llega a 1,5 a 1.
ii) No se ha explicitado la importancia de establecer fuertes nexos entre la pastoral juvenil y la pastoral familiar, sobre todo en lo referente a la preparación (remota, próxima e inmediata) de los adolescentes y jóvenes al matrimonio. En general nuestra pastoral juvenil no presta mucha atención a la relación del adolescente o el joven con su familia paterna ni prevé instancias de participación de los padres en el itinerario pastoral de sus hijos.
iii) Ni siquiera se menciona a la pastoral juvenil universitaria, a la que consideramos doblemente prioritaria, porque se encuentra en la intersección de dos grandes prioridades pastorales de la Iglesia en América Latina: la opción preferencial por los jóvenes y el empeño por la evangelización de la cultura y la recreación de una cultura cristiana.

3) Matrimonio y familia.
a) Aspectos positivos.
i) Se aspira a lograr una mayor coordinación de la pastoral familiar con las demás áreas pastorales, a fin de hacer más efectiva la presencia “transversal” de la familia en toda la pastoral de conjunto (cf. Conclusiones, nn. 312, 323, 325, 333).
ii) Se reconoce la insuficiencia de la catequesis pre-matrimonial ofrecida comúnmente en las parroquias como preparación inmediata al matrimonio y se propone mejorar dicha catequesis, reordenándola en su extensión, temática y desarrollo (cf. Conclusiones, nn. 389-395, 399, 405, 408, 416-418).
iii) Se reconoce que a menudo los agentes de pastoral familiar carecen de la necesaria formación y se propone formarlos en el Instituto Pastoral de la Familia (cf. Conclusiones, nn. 345-346, 370).
b) Aspectos negativos.
i) No se analizan en profundidad las actuales amenazas contra la vida y la familia debidas al avance de la “cultura de la muerte” ni se proponen medidas orientadas específicamente a la defensa y promoción de los derechos de la familia (ni en este capítulo ni en el resto del documento).
ii) No se propone un plan concreto para la formación de los agentes de pastoral familiar.
iii) No fue aprobada la creación de un Centro Arquidiocesano de Servicio a las Familias, atendido por un equipo interdisciplinario de profesionales voluntarios, para brindar servicios gratuitos de consejería familiar, mediación, atención de problemas de violencia doméstica o adicciones etc.

4) Parroquia.
a) Aspectos positivos.
i) Se insinúa que ha habido una multiplicación exagerada de pastorales y de equipos coordinadores de las mismas (cf. Conclusiones, n. 490). Nos parece conveniente simplificar el organigrama de la Arquidiócesis.
ii) Se propone revisar la sectorización parroquial y zonal de la Arquidiócesis (cf. Conclusiones, n. 510). Nos parece conveniente reducir el número de zonas pastorales y establecer centros de culto en las zonas que han tenido un mayor crecimiento demográfico en las últimas décadas.
iii) Se evidencia una preocupación por la formación de los agentes pastorales y los fieles en general (cf. Conclusiones, nn. 532, 534-537).
b) Aspectos negativos.
i) Aunque la liturgia ocupa un lugar central en la vida cristiana, no se profundiza en los problemas pastorales referidos a la liturgia en la parroquia.
ii) Ni en este capítulo ni en todo el documento se analizan en profundidad los grandes desafíos pastorales planteados por fenómenos tales como el gran número de católicos practicantes esporádicos o no practicantes, la proliferación de las sectas y los nuevos movimientos religiosos, la influencia creciente de la increencia en nuestra cultura etc.
iii) No parece tenerse en cuenta la presencia transversal de la dimensión familiar en toda la pastoral de conjunto, según las orientaciones del Plan Pastoral “San Felipe y Santiago Siglo XXI”.

5) Pastoral de la solidaridad.
a) Aspectos positivos.
i) Se pretende poner en práctica la opción preferencial por los pobres.
ii) El análisis de los problemas sociales no se limita al nivel económico y sociológico, sino que llega a los niveles filosófico y teológico (cf. Conclusiones, nn. 656-657, 660, 662).
iii) Se propone dar una mayor difusión a la doctrina social de la Iglesia (cf. Conclusiones, n. 677).
b) Aspectos negativos.
i) En la pastoral de la solidaridad arquidiocesana a menudo falta el anuncio explícito del Evangelio. Sin embargo no se analiza esta debilidad ni se proponen medidas concretas orientadas a superarla.
ii) A pesar de la notable influencia de la crisis del matrimonio y de la familia en los actuales problemas socio-económicos, se presta muy escasa atención a la defensa y promoción del derecho a la vida y los demás derechos naturales de la familia.
iii) Este capítulo es excesivamente teórico. No analiza en profundidad cómo evitar que la pastoral de la solidaridad se limite a la mera asistencia material y cómo lograr que sea una adecuada promoción humana. Tampoco profundiza en la propuesta de medidas prácticas para fortalecer a Caritas y a otras organizaciones eclesiásticas de promoción social y para apoyar y potenciar la labor de las numerosas asociaciones civiles y fundaciones de inspiración católica existentes.

6) Educación católica.
a) Aspectos positivos.
i) Se enfatiza la importancia de la formación cristiana de los educadores (cf. Conclusiones, nn. 750, 754, 757-759, 761-762).
ii) Se proponen varias iniciativas orientadas a promover el derecho de las familias a la libertad de educación, sobre todo en materia religiosa (cf. Conclusiones, nn. 783-787).
iii) Se propone elaborar un Proyecto Educativo Arquidiocesano de Referencia, inspirador y organizador de las comunidades educativas, partiendo de la experiencia y reflexión de las mismas (cf. Conclusiones, nn. 817-818, 820).
b) Aspectos negativos.
i) No fue aprobada la propuesta de decretar que en adelante los cargos docentes vacantes de las escuelas católicas serán ocupados por docentes católicos que se destaquen “por su recta doctrina e integridad de vida” (Código de Derecho Canónico, can. 803,2). Las iniciativas de formación cristiana de los docentes serán insuficientes si no se cambia radicalmente la política de contratación de docentes y directivos.
ii) No se ha planteado como objetivos lograr que los colegios y liceos católicos tengan sus propios planes de estudios y sus propios programas para cada asignatura, independientes de los de la Administración Nacional de Educación Pública, ni fortalecer los institutos católicos de formación docente o crear otros nuevos, a fin de superar el cuasi-monopolio estatal de la formación docente, de signo secularista.
iii) Nos parece insuficiente que el Proyecto Educativo Arquidiocesano de Referencia proponga orientaciones cuya adopción sería opcional para los colegios y liceos católicos. Creemos que dicho Proyecto también debería servir como instrumento para aplicar el canon 806,1 del Código de Derecho Canónico, según el cual al Obispo diocesano “le compete dictar normas sobre la organización general de las escuelas católicas; tales normas también son válidas para las escuelas dirigidas por miembros de [los institutos religiosos]”.

7) Movimientos eclesiales y nuevas comunidades.
a) Aspectos positivos.
i) Se considera a los movimientos y las nuevas comunidades eclesiales como un don del Espíritu Santo a la Iglesia, universal y local; y se reconoce que acentúan el protagonismo de los laicos, potenciando su misión e inserción en la sociedad y abriendo muchas veces nuevos espacios de evangelización (cf. Conclusiones, nn. 844, 860-862).
ii) Se aspira “a que la comunidad diocesana conozca, aprecie y valore los carismas de los que personas y movimientos son portadores” (Conclusiones, n. 866).
iii) Se subraya la necesidad de resolver los conflictos mediante un diálogo fraterno (cf. Conclusiones, n. 878).
b) Aspectos negativos.
i) No se evidencia un interés particular por los movimientos en sí mismos. No se analiza la vida interior de los movimientos (su liturgia, su espiritualidad, su acción misionera etc.). En el fondo los cuatro núcleos de este capítulo tratan solamente sobre la relación de los movimientos con las parroquias, las zonas y la diócesis. Esto da la impresión (reforzada a menudo por los demás capítulos de las “Conclusiones”) de que en la práctica se ve a los nuevos movimientos eclesiales más que nada como un problema.
ii) Nos parece que en ocasiones se insinúa un enfoque demasiado centralista con respecto a la presencia y la acción de los movimientos y nuevas comunidades en la Iglesia local (cf. Conclusiones, n. 843). Los fieles no necesitan una autorización previa para crear una asociación dentro de la diócesis (cf. Código de Derecho Canónico, can. 215). Salvo prueba en contrario, se debería presumir que toda nueva comunidad es positiva. Además, se podría preguntar no sólo si un movimiento sirve a los organismos pastorales diocesanos, sino también si éstos sirven al movimiento. El cristiano debe buscar más servir que ser servido.
iii) En este capítulo y en el resto del documento percibimos una tendencia a un predominio excesivo del principio territorial en la pastoral de conjunto. A diferencia de lo que ocurría en el pasado y de lo que sigue ocurriendo en las áreas rurales, la movilidad de la vida moderna en grandes ciudades como Montevideo vuelve natural la vinculación de un fiel a una comunidad cristiana distinta de su propia parroquia. Se debe aceptar con serenidad esta transformación, que probablemente se acentúe en el futuro. Además, la gran heterogeneidad de las situaciones personales y las necesidades religiosas de los fieles que viven en el territorio de la parroquia hace que ésta difícilmente pueda responder de forma adecuada a todas esas situaciones y necesidades. Por último, hay muchos ámbitos (el arte, la política, Internet etc.) cuya atención pastoral no puede ser desplegada adecuadamente desde las parroquias territoriales.

8) Identidad y protagonismo del laicado.
a) Aspectos positivos.
i) Se subraya la índole secular de la vocación del fiel laico (cf. Conclusiones, nn. 1004, 1021, 1026, 1030, 1040).
ii) Se acentúa la eclesiología de comunión (cf. Conclusiones, nn. 1004, 1064).
iii) Se destaca la importancia de la vivencia comunitaria de la fe (cf. Conclusiones, nn. 1004, 1059).
b) Aspectos negativos.
i) No se asume explícitamente como primera prioridad pastoral la vocación universal a la santidad, según lo planteado por el Papa Juan Pablo II en la carta apostólica Novo Millennio Ineunte nn. 30-31 y lo expuesto por nuestro Arzobispo en la 3ª Reunión de la Asamblea Sinodal.
ii) Algunos aspectos importantes de la situación actual del laicado montevideano apenas son aludidos o ni siquiera son mencionados. Nos referimos por ejemplo al desafío de la formación doctrinal de los laicos, el desafío del anuncio explícito del Evangelio en todos los hogares, el desafío de la evangelización del ámbito del trabajo y la empresa, el desafío de la notable debilidad política de los católicos en nuestro país, el desafío de la atención pastoral de los numerosos montevideanos que han emigrado etc.
iii) En la reseña histórica parece subestimarse la continuidad esencial entre la espiritualidad laical pre-conciliar y la post-conciliar, denotándose una especie de neo-triunfalismo.

9) Presbiterio diocesano secular y religioso.
a) Aspectos positivos.
i) Nos parece acertado el énfasis puesto en la pastoral presbiteral y la formación permanente de los presbíteros (cf. Núcleo 2).
ii) Se reconoce que las estructuras de comunión y participación de la Arquidiócesis no están funcionando correctamente (cf. Conclusiones, n. 1175).
iii) Se afirma que el modo de actuar del presbítero debe ser acorde con la opción evangélica por los pobres (cf. Conclusiones, n. 1190).
b) Aspectos negativos.
i) No se presta suficiente atención al problema de la escasez de vocaciones al sacerdocio.
ii) Las consideraciones sobre la identidad y misión del sacerdote (cf. Núcleo 1) nos parecen muy pobres. Además, no contienen ninguna propuesta.
iii) La propuesta de “que el cuerpo presbiteral tenga sus espacios de discernimiento sobre los asuntos socio-económicos y políticos del mundo, para establecer criterios comunes de actuación” (Conclusiones, n. 1198) nos parece muy ambigua, dado que no parece tomar suficientemente en cuenta la legítima autonomía de los asuntos temporales y la amplia libertad que debe existir en la Iglesia acerca de todo lo opinable.

10) Diaconado permanente.
a) Aspectos positivos.
i) Nos parece muy oportuna la aspiración “a que se sientan convocados todos aquellos que descubran el llamado de Jesucristo para ejercer el diaconado en la Iglesia: hombres casados o célibes integrados a la estructura parroquial y/o dentro de ella, a una Pequeña Comunidad. Hombres casados o célibes que integren algún movimiento de los que existen en nuestra Arquidiócesis. Hombres casados o célibes que integren una familia religiosa.” (Conclusiones, n. 1262; cf. ídem n. 1263). Esto representa una apertura triple, dado que hasta ahora la convocatoria ha sido restringida a hombres casados integrados a pequeñas comunidades en parroquias (cf. ídem, nn. 1258-1259).
ii) No fue aprobada la propuesta de fijar los 45 ó 50 años como edad máxima para los candidatos al diaconado permanente (cf. Conclusiones, n. 1261).
iii) Se propone profundizar la formación que reciben los diáconos permanentes (cf. Conclusiones, nn. 1264; 1251, 1256, 1260).
b) Aspectos negativos.
i) No se proponen medidas concretas para fortalecer la vida espiritual de los diáconos permanentes (cf. Núcleo 4).
ii) Si nos atenemos a la estructura formal establecida para los núcleos de cada capítulo (definición, vemos, aspiramos, proponemos), este capítulo contiene una sola propuesta (cf. Conclusiones, n. 1237).
iii) Parece suponerse que todo diácono permanente debe animar una pequeña comunidad (cf. Conclusiones, n. 1275). Esta función nos parece importante, pero no vemos por qué debería ser obligatoria o anteponerse a otras.

11) Vida consagrada.
a) Aspectos positivos.
i) Nos parece acertado el énfasis puesto en las vocaciones (cf. Núcleo 4).
ii) Se aprecia que en nuestro país, pese a su fuerte tradición secularista, hayan surgido nuevas formas de vida consagrada (cf. Conclusiones, n. 1314).
iii) Se exhorta “a una creciente comprensión de las distintas vocaciones dentro de la Iglesia y al respeto por lo propio de cada carisma” (Conclusiones, n. 1372).
b) Aspectos negativos.
i) Parece suponerse una cuestionable relación lineal entre vuelta al carisma, crisis de las grandes instituciones (colegios etc.) y búsqueda de nuevos lugares de apostolado (cf. Conclusiones, n. 1315). Cabría preguntarse si la “gran inquietud” eclesial expresada en la búsqueda de nuevos estilos de vida consagrada (cf. ídem, n. 1314) se compagina siempre adecuadamente con la fidelidad al carisma recibido y la perseverancia en la misión encomendada, con espíritu de obediencia.
ii) Parece suponerse que los “puestos de frontera” de los religiosos son únicamente los que permiten “ganar en cercanía con los pobres” (Conclusiones, n. 1316). ¿No hay también necesidad de religiosos en “puestos de frontera” en contacto con los sectores ricos y secularizados de la sociedad?
iii) Se afirma que “habitar en los mismos locales de las obras apostólicas agrava”... “el peligro del profesionalismo en los Consagrados en desmedro de la Vida Consagrada y la fraternidad” (Conclusiones 1388, 1387). Esta afirmación nos parece cuestionable. La vida consagrada no se refiere únicamente a la intimidad de la comunidad de consagrados. Por supuesto existe el peligro de que la actividad externa absorba el tiempo y la energía que se deberían dedicar a la vida interior, pero no parece que ese peligro radique principalmente en el lugar de residencia. A la inversa, también se podría sostener que habitar en locales distintos a los de las obras apostólicas agrava el peligro de “profesionalismo”, en el sentido, hoy extendido, de una dedicación al trabajo en la que no se involucra el centro mismo de la persona.

Ing. Daniel Iglesias Grèzes
IV Sínodo Arquidiocesano de Montevideo, 1º de noviembre de 2005.

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